El concepto
de fragilidad es coincidente con las condiciones ciudadanas que animan la vida
de Valparaíso hoy en día.
En lo que a mí respecta, como arquitecto, es que en este
momento deseo referirme a cómo la relación que existe entre el modo de vida de
una ciudad y el aspecto urbano que presenta ésta es constante e imperativamente
significativo, más aún en Valparaíso, ciudad donde el mito es pan de cada día,
incluso a la hora de describir la realidad cotidiana.
Valparaíso hace eco de estar cerca de la capital de nuestro
país. Y claro las implicancias de esto, en muchos aspectos, son abrumadoras.
Quizás donde se atestigua con mayor significancia esta relación de vecindad es
en la continua emigración a la capital por búsqueda de trabajo de cientos de
personas a cotidiano.
Curiosamente la cercanía geográfica de ambas ciudades aparentemente genera una desvinculación
notable si se quisiera encontrar relatos en común desde lo urbano: la carencia
y lo desproporcionado. Siendo lo desproporcionado una característica, que en
este caso, es netamente capitalina.
Valparaíso está carente de motivaciones ciudadanas
expresadas en un relato de ciudad a todo color. Ese discurso propio que tantas
veces tuvo y que cautivó siendo una inagotable fuente de creatividad.
La fragilidad de Valparaíso hoy en día son las plazas, las
avenidas y los espacios públicos (carentes
de cuidado y propósito urbano), es decir, los lugares del ocio. Son lugares
“santos” de alguna forma, donde la vida misma se expone y sin maquillajes ni
caretas la cultura de una ciudad toma forma.
Con poco trabajo y poco dinero (carencias de fuentes reales de trabajo para ganarse la vida), estos
lugares “santos” se ven reducidos a una mínima expresión de su potencialidad
creativa. Y los colores de una ciudad se diluyen sin discusión.
Un cambio positivo de condiciones de vida (lo contrario al ser carente) afectaría integralmente lo
descrito fomentando el intercambio ciudadano y la sinergia de la ciudad. Y esa
energía cultural-económica podría dar un impulso vital para erradicar las
carencias y de una vez por todas cambiar la fragilidad por creatividad urbana.
Nota: el antónimo de
carencia no significa desproporción, sino crear un significado embellecedor de
ciudad a un territorio.
***** Texto publicado en "El Rastro" (Viña del Mar - Chile) con fecha 17 de julio de 2015 *****
Un abrazo,
Iván Henríquez
Arquitecto
Viña del Mar
Arquitecto
Viña del Mar
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