“Es
una ciudad extraña, porque cuanto más feo el tiempo, más hermosa la ciudad. Y
el más feo de los edificios, es el más coherente de la ciudad”.
Rem Koolhaas, arquitecto holandés.
Una de las grandes
batallas que ha protagonizado la arquitectura actual y de vanguardia es la de imaginar
recintos y edificios que sean capaces de albergar diversos usos (programas) a
lo largo de su vida útil.
Creo que la idea se
fundamenta en el hecho de que un edificio categorizado como singular debe ser
protagonista para la ciudad no sólo por su forma arquitectónica y las
cualidades de sus espacios habitables en un determinado lugar; sino además por
presentar adaptabilidad a numerosas actividades que se puedan llevar a cabo en
él: hablamos de “flexibilidad”.
De este modo; hoy
presenciamos como los centros culturales, por ejemplo, son utilizados como
lugares para exponer obras artísticas; escuchar un grupo de música o ver un
desfile de moda. Y como los estadios de fútbol son al mismo tiempo museos;
tiendas de marcas y galerías de arte deportivo.
Un paradigma de
esta “flexibilidad” resulta ser el edificio de planta libre que se va
configurando de acuerdo a los requerimientos que debe afrontar mediante
diversas modulaciones de sus espacios interiores. Otro caso más ambicioso es el
recinto que por su disposición espacial y su relación con el entorno inmediato
constituye una nueva plaza urbana para el barrio (inclusive para la ciudad). No
está de más recordar que en las ciudades antiguas los atrios de los templos y
monumentos se utilizaban como lugares de intercambio cultural y reunión social.
Entonces; se puede
apreciar que la idea matriz de que sólo el programa arquitectónico (organigrama
de actividades) define el tipo de espacio habitable de un edificio y su
relación con el entorno inmediato ya cambió.
A lo anterior; y en un frente paralelo de batalla intelectual; se suma en el proceso de diseño-creación la renovada mirada bioclimática y tecnológica de composición de espacios. La idea que un edificio mediante sistemas propios genere mejores condiciones internas para sus usuarios y propicie el ahorro de energía lleva años en boga (en este caso sugiero revisar la obra de los colegas Richard Rogers y la del ya omnipresente Renzo Piano).
Nuevos elementos de composición
y nuevas formas de arquitectura son nuevas formas de expresión para la ciudad.
Por lo tanto; creo que si el argumento es positivamente propositivo e inclusivo
no hay peligro de que surjan y sobrevivan los temidos elefantes blancos.
Nota:
las nuevas expresiones arquitectónicas siempre son un mundo de complejidades
ocultas y sin resolver.
***** Texto publicado en "El Magallanes" (Punta Arenas - Chile) el día 22 de diciembre de 2013 *****
Un abrazo,
Iván Henríquez
Arquitecto
Viña del Mar
Arquitecto
Viña del Mar
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